Las dificultades emocionales y de la conducta en los
escolares constituyen un serio y difícil problema tanto para la educación y la
salud mental de los estudiantes como para los padres cuyos hijos no logran en
la escuela un rendimiento acorde con sus esfuerzos y expectativas. La mayoría
de los alumnos que presentan dificultades emocionales y conductuales poseen
leves alteraciones en su desarrollo cognitivo, psicomotor o emocional, sin que
–en general– puedan ser asignados a categorías diagnósticas específicas tales
como retardo mental, síndrome de déficit atencional o trastornos específicos
del aprendizaje.
La duración, la frecuencia y la intensidad con que
ocurre la conducta disruptiva son algunos de los elementos que permiten
concluir que el alumno presenta un problema.
Cada estudiante presenta características
cognitivo-afectivas y conductuales distintas, y las escuelas, en general,
otorgan una enseñanza destinada a niños “normales” o “promedio” que
prácticamente no presentan diferencias entre sí y que no muestran alteración,
desviación, déficit o lentitud en ningún aspecto de su desarrollo. Esto provoca
que todos los niños que por alguna razón se desvían o alejan de este “promedio”
están en riesgo de bajo rendimiento y de fracaso escolar. Un estudiante en
riesgo no significa que sea retrasado o que tenga alguna incapacidad. La
designación “en riesgo” se refiere a características personales o a
circunstancias del medio escolar, familiar o social que lo predisponen a
experiencias negativas tales como deserción, bajo rendimiento, trastornos
emocionales, alteraciones de la conducta, drogadicción, etc.
Los factores de riesgo del estudiante incluyen
déficits cognitivos, del lenguaje, atención lábil, escasas habilidades sociales
y problemas emocionales y de la conducta. Los factores de riesgo de la escuela
se refieren a aquellas características y circunstancias específicas ligadas a
los docentes y administrativos como los prejuicios y las bajas expectativas de
rendimiento, la inhabilidad para modificar el currículo, la falta de recursos y
la carencia de estrategias de enseñanza adecuadas, la estructura, el clima
organizacional y los valores del sistema escolar.
Hoy en día en Chile muchos escolares presentan bajo
rendimiento, perturbaciones conductuales y emocionales. Muchos de ellos no
reciben la ayuda profesional que necesitan ni dentro ni fuera del ámbito
escolar. Estos problemas de rendimiento, de conducta y emocionales cuando no
son tratados, no sólo provocan problemas en el aprendizaje de estos
estudiantes, sino además afectan la capacidad de los profesores para enseñar y
la de sus compañeros para aprender, lo que hace sentir a muchos maestros
sobrepasados por las alteraciones emocionales y conductuales que estos alumnos
presentan en clases.
Extracto de Estud. pedagóg. n.28 Valdivia 2002
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